Datos personales

domingo, 20 de mayo de 2012

La carnicera de Overcolors

Al contrario de lo que indica el título, no voy a hablar sobre las torturas que infringieron las nazis a sus odiadas congéneres judías, aunque bien hubieran podido ser reclutadas por ellas para ejercer todo tipo de sufrimiento. Pero no, voy a hablar sobre Overcolors. Para quien no lo sepa, es un nuevo centro de tortura... digooo... de manicura y pedicura que se supone, es especializada. Un nuevo concepto que al parecer está dando interesantes ingresos a su creador. 

Bien, ante de todo, debo reconocer, que siendo mujer, y por tanto, con niveles realmente elevados para soportar dolorosos rituales de belleza clásicos, por aquello de ''antes muerta que sencilla'' o por aquello de ''quien quiere presumir tiene que sufrir''. Para que os hagáis una idea, soy de las que se queja poco, de las que soporta con una estoica sonrisa los tirones de pelo del peluquero despistado y un discreto ''no pasa nada'', ante sus disculpas; o la que aguantaba las lágrimas de dolor cuando en mis años mozos, iba a la estheticienne a depilarme con cera caliente las piernas enteras y las ingles (¡¡Dios!! aun me duele ahora al recordarlo) Debo puntualizar que ahora uso otros métodos algo más indoloros. Pero volvamos al tema que nos ocupa. No soy tampoco una asidua a los salones de belleza, ni mucho menos, pero alentada por las compis de trabajo y familia que hablaban maravillas de la manicura y apremiada por mi querido novio, siempre alentándome a que me dé algún capricho femenino, decidí apostar por una manicura y pedicura en el citado centro de especialistas de Overcolors de Gran Vía II, que además, me queda al lado de casa.

Primeramente, y por mi naturaleza desconfiada, decidí hacer unas averiguaciones por internet. Mis resultados fueron satisfactorios. Un par de comentarios positivos, un par de blogs con buenas críticas, bien, parecía que iba por buen camino. Incluso pedí hora para una manicura para mi novio que por su apariencia parece que no, pero en el fondo es un coqueto irremediable. 

Y allí nos plantamos, puntuales, mi novio y yo sin saber donde nos estábamos metiendo. Primero le atendieron a él, mientras la que dirigía el cotarro me indicaba que esperara sentada. Escogí el sofá sin mancha y me entretuve ojeando un par de revistas pasadas y salpicadas vaya usted a saber de qué, que no daban muy buen feeling, pero bueno... y los minutos iban pasando... y vi a otra clienta a la que pasaban antes que a mi, y no dije nada, por aquello de la buena educación. La confianza en el lugar empezaba ya a menguar rápidamente. Después de dos clientas que pasaron antes que yo y 40 minutos después, con mi novio ya atendido, y con un cabreo importante que empezaba a adueñarse de mí, decidí que ya había esperado suficiente. Me levanté y me dirigí en busca de la que parecía ser la encargada. Se notaba que lo era, porque lo único que hacía era indicarte donde podías sentarte y te preguntaba si te hacías la manicura cara o la barata. El resto del tiempo lo pasaba sentada en la recepción sin hacer ni el huevo, hablando con una o con otra o bien fuera del centro haciendo solo Dios sabe qué. Total, que en ese momento no estaba en el recinto, con lo que me dirigí seria e implacable a la que se suponía que debía atenderme y le espeté sin muchos miramientos si iba a tardar mucho porque si era así me iba a hacer un par de recados, ya que tenia hora a las 6 y eran casi las 7 menos cuarto. Mi acto de rebeldía me costó caro... la tipa se levantó y me estiró de malas maneras en un sillón de pedicura poniendo bajo mis pies un recipiente con agua jabonosa, al parecer la silla o estaba rota o algo raro pasaba porque mis pies no tocaban el agua, pero la tipa improvisó una solución chapuzas, muy en su línea, como comprobaría más tarde, colocando el recipiente sobre una pequeña silla de madera. La posición era realmente incomoda, pero apelando a mis buenos modales y mi buena educación decidí, no decir nada. Mi sorpresa vino después, cuando me di cuenta que parecía que intentaban compensar el tiempo de espera realizando su trabajo de forma supersónica. Para que os hagáis una idea, durante el tiempo que estuve allí, pude constatar (gracias a mi gran poder de observación y el tiempo que dedique a la misma... y es que 40 minutos dan mucho de sí) que una manicura podía durar unos 50 minutos y una pedicura una hora bien buena. A mi las dos cosas me las hicieron en el tiempo récord de 40 minutos. Y claro, ya se sabe que las prisas nunca son buenas. La ''especialista'' que me tocó a suerte era bastante inepta, con nulo poder de conversación y tal vez algún problema de dicción porque era difícil entender lo que decía, ni siquiera sus compañeras entendían nada de lo que decía. En fin, que la tipa se pone a hacerme la manicura de bastantes malos modos y con cierta prisa, no quiero detallar todo paso a paso así que me limitare a contar los errores, que en mi modesta opinión, se cometieron:
1. No se aseguraron de que estuviera cómoda ni me preguntaron nada.
2. Me hicieron la manicura de forma que, en vez de que la chica se colocara de manera que a mí me resultara cómoda, fui yo la que tuvo que inclinarse y retorcerse para que la ''señorita'' alcanzara mi mano. Matizo aquí que no me dio explicación alguna en ningún momento sobre los productos que me estaba poniendo.
3. Me hicieron daño, y no solo eso, salí con uno de los dedos de la mano y otro del pie sangrando (me los desinfecte con Betadine al llegar a casa)
4. Me colocaron el bol jabonoso de los pies de mala manera y el de las manos sobre mi pubis sin ponerme ni una toalla ni nada (si te manchas te jodes y punto)
5. Se olvidaron de ponerme crema hidratante en las manos pero no de cobrarla.
6. Trataron a mis pies como morcillas de tercera puestas a secar (¡qué daño, oye!)
7. Le pidieron a mi novio mientras me esperaba que les abriera un bote de esmalte. Qué detalle tan maravilloso, el cliente que trabaje un poco no sea que las pobres chiquillas se esfuercen demasiado (le costó abrirlo, de lo seco que estaba.... ¿un producto caducado tal vez? nunca lo sabré...)
8. No fueron nada amables. No me enseñaron los colores de esmalte, yo dije más o menos los tonos que me gustaban y me pusieron uno y listo (parece más un brillo que un color)
9. No tenían separador de dedos y me pusieron un Kleenex enrollado de mala manera a modo de separador. ¿¿¿Pero no eran especialistas en estos menesteres???
10. Los cuchicheos entre empleadas, hablándole a la carnicera que me atendía al oído, y comentarios propios de una verdulería de tercera con uso de palabrotas incluidos, no hicieron si no, que mis ganas de huir aumentaran espectacularmente. Eso sí, debo reconocer que me ofrecieron un té y un café, que rechace amablemente contemplando la posibilidad de encontrarme algún dedo amputado o en el mejor de los casos algún trozo de uña de alguien dentro.
11. ¿Donde están los guantes? La carnicera no empleó guantes para la pedicura cuando si que lo hacían sus compañeras con otras clientas... sin comentarios.
12. Me dejaron allí durante un rato y cuando ya tenía la espalda doblada y mi sufrimiento y cabreo alcanzaron el nivel 9, me levanté y me calcé... aquí, mi cabreo se disparó al nivel 25 al ver que una de mis botas de piel preferidas tenia una mancha horrible en la punta... recordé entonces a la carnicera diciendo: ''deja que chorree'' (una especie de gel que me pusieron en las manos) y parece que un par de gotas del ''chorreo'' fueron a parar a mi bota.... entonces ya sí dejé las formas de lado y me dispuse a dar batalla si alguien me decía algo....pero me quedé con las ganas. Mi novio ya había pagado todo (lo suyo y lo mío) y mi salida airada del local pareció no alertar a nadie, normal, ya tenían su pasta y por supuesto también un par de clientes insatisfechos que no volverían mas. Tampoco me saludaron ni me preguntaron nada. Vamos, todas unas profesionales en el arte de la educación. 

Reflexionando más tarde en casa, intentando olvidar la sangría en mi dedo índice (aun me duele) y mientras contemplaba la cara horrorizada de mi novio que observaba incrédulo como la discreta capa de esmalte transparente que le pusieron iba saltando de sus uñas cual saltamontes cocainómano, empezó a asaltarme una preocupación más seria. Me di cuenta que en ningún momento se limpiaron los instrumentos de tortura: los alicates, los cortaúñas.... no vi en ningún momento que desinfectaran o pasaran un poco de alcohol.... nada, y pensé: al igual que yo he sangrado, han podido sangrar otras personas.... ahora ya estamos hablando de algo más serio.... así que como siempre hice mis propias averiguaciones por internet. Recomiendo a las interesad@s y sin afán alarmista que lean este enlace: Los salones de belleza pueden propagar infecciones?

En resumen, espero no haberme contagiado con nada raro y desde luego no recomiendo en absoluto ese horrible lugar. 

¿Para presumir hay que sufrir? Tal vez, pero lo justo... lo que desde luego no hay que hacer es poner en riesgo la salud de la gente. Definitivamente, aquí se acaba mi aventura por el mundo de los salones de belleza. 

4 comentarios:

  1. Hay muchos centros que no esterilizan. Pero hay uno que es una pasada lo limpio q lo tienen todo, la esterilizadora está a la vista, la atención y la puntualidad, los productos de vanguardia, las mejores marcas, y la decoracion del centro es estilo barroco, tienen tronos donde te hacen una pedicura y realmente me siento una reina cada vez q voy. Y los precios tal vez sean un poco mas altos q otros centros. Pero si de mi salud, de mi relax y de mi belleza se refiere, prefiero tranquilidad, xq nunca me hicieron daño y me hago manicura shellac desde hace mas d un año alli y los pies tb. Ya me siento de la casa porq el.recibimiento q tr dan es acogedor. Se preocupan por cuidar tus uñas naturales sobre todo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola quisiera saber a que centro vas, estoy buscando uno que sea bueno en aspecto y trato al cliente.
      Te agradecería que me dieras una respuesta.
      Gracias.

      Eliminar
  2. Hola Susana.
    Coincidimos en varias cosas de este centro de overcolors deja muchísimo que desear.
    En primer lugar; me sentí como un número "¡pase señora!" (con retraso, por supuesto...) el sofá estaba sucio no....... mas que sucio habían manchas de chocolate, como manchas de comida.... no se asqueroso!!
    Parecía que trataban con mi monedero antes que como clienta.
    Quise hacerme la pedicura el verano pasado, pero note pocas ganas . Aquello más que un centro de estética parecía una fábrica crear billetes (chicas super dejadas sin maquillar, mal peinadas, ropas sucias....)
    ya una de las veces que fui todo el rato se llaman entre ellas y yo voy allí a relajarme no a escuchar chorradas de entre ellas.
    Fui como unas tres veces a este "centro"; en mis tres visitas pude ver caras diferentes y nuevas, cambian de personal como el que cambia de camiseta...
    Y por último y no menos importante los precios, SON ELEVADISIMOS para los servicios que prestan.... NUNCA MAS VOLVERE, UN APLAUSO PARA TU ESCRITO SUSANA LO RETRATASTE TAL Y COMO LO VIVI YO!!! por si quieres estar mas tranquila voy a un sitio que esta detrás de los juzgados allí en Plaza Cerda.

    ResponderEliminar
  3. Hola chicas!!!Llevo poco tiempo en este barrio y en un paseo por el centro comercial vi el salon de overcolors. Buscaba por Internet teléfono para pedir cita, y encontré este blog.Y menos mal que no compre un vale regalo para reyes para mi suegra,como me sugerio mi marido.Que mal iba a quedar.Gracias chicas

    ResponderEliminar